Bach escribió en 1934: «A través de su alta vibración, determinadas flores, arbustos y árboles silvestres de un orden superior, tienen el poder de aumentar nuestras vibraciones humanas y dejar expeditos nuestros canales a los mensajes de nuestro Yo Espiritual, inundar nuestra personalidad con las virtudes que nos son necesarias y de ese modo lavar los defectos (de carácter) que causan nuestros males. Como la buena música u otras cosas grandiosas, capaces de inspirarnos, las flores están en condiciones de elevar nuestra personalidad y acercarnos más a nuestra Alma. De este modo nos brindan paz y nos liberan de nuestros padecimientos. No curan atacando directamente la enfermedad, sino invadiendo nuestro cuerpo con las bellas vibraciones de nuestro Yo Superior, ante cuya presencia la enfermedad se derrite como la nieve al sol. No hay una verdadera curación sin un cambio en la orientación de la vida, sin paz en el alma y la sensación interior de felicidad.»
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